Te das cuenta de que no conocías tan bien a esa persona.
Antes vivías bien, tranquila pensando que sólo erais eso, amigos pero ahora…
ahora llegan los sentimientos mezclados, la tristeza, la alegría, la confusión,
la rabia... y al final terminarás explotando y soltándolo todo. ¿Nos vale de
algo hacer que nuestra felicidad dependa de otra persona?, a veces pienso que
sólo vale para sufrir, la tristeza te come por dentro y dices y piensas cosas
que jamás pensaste que sentirías. El sentimiento de culpa te come por dentro,
escuchar sus palabras te quema y acabas ardiendo en ira y rabia por no tenerle, te empiezas a tragar poco a poco sus palabras, sus caricias, y las ganas de
explotar ya para conseguir tenerle a tu lado. Es un juego, a ver quién es más
infantil, a ver quien se hace más daño en ese estúpido juego de dos, donde
ahora mismo juegan tres. Y sobrepasas la línea, la línea entre amistad y amor,
en la que en ese juego se puede convertir en la peor pesadilla del corazón o en
tu mayor deseo, nos aplastamos mutuamente y no nos damos cuenta, en este juego todo
vale. Yo ataco, tu atacas, yo recibo, tu recibes… y así todo el rato. El tiempo
lo cura todo, puto tiempo que siempre tiene que ser la puta solución para todos
nuestros problemas. Podríamos hablar pero no nos saldrían palabras, sólo un par
de palabras absurdas como mecanismos de defensa. Buscamos sobrevivir,
supervivencia solo se trata de eso, queremos protegernos pero siempre tendemos
a meternos en situaciones desesperadas y laberintos sin salida. Nosotros por
nuestra propia voluntad nos metemos en ese laberinto, esperando llegar al final
de él y vivir en un cuento de hadas, pero sabemos que no es así. Eso solo pasa
en las pelis, en la vida real hay que aprender que no todo va a salir siempre
bien, pero también dicen que quien no arriesga no gana, y puede que esta vez
valga la pena arriesgar.