Puedes caer y quejarte, o levantarte. Puedes querer a alguien y empezar a amarle, o a odiarle.
Puedes conocer a un amigo y mantenerlo, o perderlo.
Puedes gritar sin que te escuchen y desesperarte, o esperar una respuesta.
Así que recuerda que nunca debes tomar decisiones si antes haberlas pensado, y que no siempre tendrás la opción de empezar de cero.
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